domingo, 21 de marzo de 2010

¿Por qué?


Muchos motivos de celebración en el Campus donde trabajo. Un motivo de tristeza como comunidad.
El Hidalmun ha sido un éxito, jóvenes, la mayoría comprometidos con lo que hacen, dieron muestra, una vez más de lo que un chavo Tec de Monterrey, es capaz de hacer, más allá de la indolencia que acompaña a algunos; de la resistencia a aprender de otros (nadie aprende lo que no quiere); de la alegría del día a día. Paso momentos deliciosos con mis jóvenes "prepos" la mayoría de las veces aunque a veces, con algunos resulte difícil, incluso, demasiado.
Una radio que sigue adelante, con planes y proyectos que permitirán darle continuidad.
Un CENEVAL menos, aunque en puerta está la prueba Enlace.
Dos explanadas llenas de vida acompañadas por el sol, por el agua de las fuentes (logramos tenerlas), las risas, las carreras, la inconsciencia de la limpieza y de respetar los espacios (esta es protesta airada); los helados y el café de Santa Clara.
¡Firmé mi segundo grado...estoy a semanas de concluir la MEP!
Infinidad de proyectos por concretar, con la perspectiva de poder crear y crecer.

Esta semana, entre los hechos de la cotidianeidad, asistimos a través de los medios, a un acto de violencia más (también, desgraciadamente, van siendo parte de nuestro día a día). Hubo una balacera entre ejército y criminales, el escenario: Ciudad de Monterrey, el clímax: en las afueras del Tec de Monterrey (frente al "servilletero").
A pesar de los rumores, se dijo que ninguna persona parte de la Comunidad del Tecnológico de Monterrey había perecido. Anoche, con sentimientos entre el espanto y la tristeza nos enteramos que el Rector Rangel Sostman dio un comunicado en el que anuncia que las dos personas abatidas en el enfrentamiento, eran alumnos de Posgrado de nuestra universidad.
Esta mañana, ante los hechos, los comentarios se han producido a diestra y siniestra, personas (que evidentemente no conocen la dinámica de una institución educativa como la nuestra) preguntando acerca de ¿qué podrían hacer dos estudiantes en la madrugada saliendo de Campus Monterrey? Las respuestas no se han hecho esperar, salían de estar ESTUDIANDO. La vida nocturna en Campus Monterrey es intensa: es el lugar ideal para estudiar en grupo o en solitario, es poder ir a la biblioteca hasta las doce de la noche para consultar o sacar algún libro, es sentarte en las mesas del corredor que se encuentra fuera de la biblioteca a ser eso que llamamos "comunidad".
Yo he pasado dos veranos allá. He ido a otros campus, en otras ciudades y Campus Monterrey es por encima de todos, NUESTRA CASA, ahí te sientes a tus anchas (a pesar del calor y hasta de los mosquitos en época de lluvia), ahí puedes estudiar, platicar, descansar, leer y encontrarte con personas apreciadas que ahora están allá. Ese Campus una de nuestras casas, los que están allá y los que hemos podido estar temporadas, no sabemos qué es, pero es algo así como el lugar que te cobija con su añejo encanto y su moderna o modernizada infraestructura.
A dónde vayas, la mayoría de las veces, si tú eres correcto, las personas lo son contigo, en pocos días te identifican y recibes la sonrisa de alguien de la entrada por la que accedes, del personal de biblioteca, de la cafetería, de DAE... es una cultura, es la evidencia de que gente que trabaja y no sin dificultades, busca estar bien.
Dos estudiantes, dos personas, pudiera parecer poca cosa cuando se revisa el número de muertes ocurridas cada día por causa de la violencia. Dos vidas que buscaban ser mejores, no me cabe duda desde el momento que cursaban estudios de posgrado en un lugar donde el rigor académico es la constante. Ellos, ya están bien, en lo que sea que creamos, la convicción de creer nos dice que quienes se van, estarán mejor donde quiera que vaya su esencia. Por lo tanto, una, dos o mil personas ¡Todas! son demasiada pérdida.
Y, ¿nosotros? ¿Sólo seguiremos quejándonos, diciendo que todo está mal, continuaremos criticando a los encargados de dirigir nuestros gobiernos cuando hemos sido nosotros quienes los colocamos ahí, cuando nos olvidamos de llamarlos a cuentas por que nos da flojera? ¿Seguiremos escupiendo veneno sin hacer, por lo menos, lo que nos toca a nosotros? ¿Seguieremos olvidando buscar a aprender para ser mejores personas? ¿Evitaremos aceptar nuestros errores con dignidad (bien entendida), ser honestos, ser respetuosos, ser valientes, evitar cobijarnos en el anonimato para crititcar o dañar? ¿Haremos lo que nos toca sin miedo? ¿Con compromiso, con convicción, con la seguridad de que vale la pena? Actuaremos sin buscar a ver a quién le "pasamos la bolita."
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Les comparto lo que escribí hace un par de horas en un comentario que coloqué debajo de la nota del diaro Reforma, escribí enojada, triste, preocupada pero convencida de que debemos seguir adelante porque debemos encontrar las formas de hacer de nuestro paso por este mundo, algo que valga la pena:
Eran alumnos del Tec muertos en balacera/ Reforma

Lucero Miranda Ballesteros
Pachuca de Soto
3/21/2010

Es fácil opinar cuando: No conocemos el medio. No sabemos de la dinámica que viven las universidades de alto desempeño (no sólo el Tec de Monterrey).

De una noticia, queremos opinar sin fundamento. NOS OCULTAMOS EN EL ANONIMATO PARA ESCUPIR PONZOÑA. Soy académica del Tec de Monterrey, soy estudiante de posgrado de la misma institución. Mis hijos, estudian ahí. Uno de ellos, estudiante DESTACADO de la Escuela de Medicina, vive en Residencias del Tec de Monterrey, a muy corta distancia de lo ocurrido. Personalmente me ha tocado estar en medio de fuego cruzado (como más de alguno de los que escriben), si los "VALIENTES ANÓNIMOS, utilizando sobrenombres ridículos, sin nombre y apellido) han sido parte de la dinámica constante de un centro de estudios donde se trabaja casi las 24 horas o ha estado en medio de un ataque, que opine y, especialmente que FIRME con su nombre.

¿Tenemos miedo? ¡Todos! Todos, donde estemos, corremos el riesgo de estar expuestos a la violencia desatada por el crimen. El Tec de Monterrey, para muchos de los que pertenecemos a esta institución, es NUESTRA CASA, es un lugar donde nos sentimos seguros y a buen resguardo. ¡Grave error que dos estudiantes RESPONSABLES, hayan circulado donde todo ocurrió! Pudo ser mi hijo, pudo ser un compañero de maestría, pudo ser alguno de muchos de mis amigos... Fueron dos PERSONAS. El Tec de Monterrey es lo que es, por su gente trabajadora (alumnos, empleados, académicos, directivos, padres de familia). Como Comunidad Tecnológico de Monterrey, estamos de luto; como sociedad, también. ... Por cierto, además de escupir ponzoña y quemar nuestras naves en la crítica a todo lo que nos rodea, ¿qué acciones ciudadanas podemos realizar?
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P.D. He colocado un crespón negro en mis perfiles y ahí estará un buen tiempo... por los estudiantes caídos, por Monterrey, por Guadalajara, por Pachuca, ¡por México! ¡por el mundo! Por todas y cada una de las partes donde se cometen injusticias y se violenta a las personas. Por todos los ciudadanos que no nos decidimos a tener un actuar responsable desde nosotros, nuestras casas, nuestra comunidad, nuestras escuelas, nuestros centros de trabajo, de diversión, de descanso... ¡Por todos! ¿Por qué? Paradójicamente, porque tengo ESPERANZA, porque creo que vale la pena apostarle a esta vida tan llena de contrastes.

lunes, 8 de marzo de 2010

Amar no es justificar... amar es incondicional... amar es aceptar que te puedes equivocar para aprender a crecer. Es saber estar a la altura.


Amar es amar, pase lo que pase.

Hay días que parecen una noche oscura. Hay días en que podemos llegar a creer que es mejor no estar aquí. Hay días que el alma y el corazón duelen de una manera indescriptible. Hay días que aprendemos que los errores son para aprender y crecer. Hay días que quisiéramos fundirnos en un abrazo y con él proteger de todo mal a los que amamos. Hay días que sabemos que vendrán días aún mas tristes y borrascosos porque serán los días en que podremos saber quiénes son amigos, quiénes están listos para juzgar sin imaginar siquiera que algún día también ellos necesitarán el apoyo de los verdaderos amigos después de equivocarse. Hay días que es mejor saber lo menos posible y no juzgar.
Quisiera escribir tantas cosas, decir muchísimas cosas, expresar mis inquietudes y poder evitar que sufran aquellos a quienes amo. Sin embargo, se que todos y cada uno de los que amo (aún los que no), deberán andar su propio camino, cometer sus propios errores, asumir sus propias responsabilidades, responder exclusivamente a quien deban de responder sin tener que tolerar ser criticado y juzgado como si los demás nunca se fueran a cometer error alguno. Quienes creen, dicen que perfecto, sólo Dios.
No justifico un error, pero si busco entender para apoyar (de quien venga). ¿Quién soy yo para juzgar a nadie? ¿Qué autoridad moral puedo tener si tan sólo soy una persona como cualquier otra? Hoy llora mi alma, pero se que cualquier día se llenará de luz y volverá a sonreir. Hoy con el corazón contrito y dolorido quisiera cubrir de paz y amor a quien sufre y se duele por no haber medido las consecuencias de sus actos. Sin embargo (ahí está la posibilidad del futuro) está asumiendo la responsabilidad de sus errores. Hoy lo único que puedo hacer es apoyar y esperar que los verdaderos amigos queden y que los que no lo son, se vayan y cierren sus bocas llenas de veneno por que también cometerán errores y esperarán tener a alguien que les acompañe en su proceso de dolor y aprendizaje y cuando eso suceda, ojalá que haya una mano amiga dispuesta a sostenerlos en su etapa de crecimiento.
Estos son tiempos de verdades y las verdades son para crecer, para buscar ser mejores personas. Se dice que la vara con la que midas, serás medido... es algo así como una ley de la vida.  Los momentos de verdad, de crisis, sirven para movernos, para crecer sólo así habrá valido la pena equivocarse, sólo así se podrá salir de manera airosa con una dignidad que permita recuperar la integridad.
Estar a la altura de las circunstancias es saber acompañar, es saber que nadie está libre de cometer errores que lamentablemente más de alguna vez serán enormes. Estar a la altura es dejar de contarse la historia de "me decepcionó"... ¿quién nos dijo que hacerse expectativas acerca de los demás y que no sean cumplidas es una obligación? Estar a la altura es saber conservar la dignidad personal y la del otro(a) sin juzgar, sin hablar. Estar a la altura es brindar compañía en el dolor del aprendizaje, es dar oportunidad a que esa persona que debe reconstruirse, lo haga en la seguridad de la compañía de quienes le aman por amistad, por parentezco. Estar a la altura es otorgar, al menos, el privilegio de la duda, etiquetando la conducta más no a la persona. Estar a la altura, es saber perdonar si ese es el caso. Estar a la altura es cerrar la boca porque algún día necesitaremos que los demás estén a la altura.
Ante un error se resquebrajan muchas cosas, quizá la más importante sea la confianza; desafortunados aquellos que tienen la confianza de nunca romper lealtades, confianza porque algún día, desgraciadamente, tropezarán y entonces entenderán lo duro que es enfrentar un error, sobre todo cuando se hace con la cabeza en alto.
Esta noche tan llena de oscuridad y soledad, tengo una historia de José Luis Martín Descalzo:

Aprender a equivocarse
Una de las virtudes-defectos más cuestionables: el perfeccionismo. Virtud, porque evidentemente, lo es el tender a hacer todas las cosas perfectas. Y es un defecto porque no suele contar con la realidad: que lo perfecto no existe en este mundo, que los fracasos son parte de toda la vida, que todo el que se mueve se equivoca alguna vez.
He conocido en mi vida muchos perfeccionistas. Son, desde luego, gente estupenda. Creen en el trabajo bien hecho, se entregan apasionadamente a hacer bien las cosas e incluso llegan a hacer magníficamente la mayor parte de las tareas que emprenden. Pero son también gente un poco neurótica. Viven tensos. Se vuelven cruelmente exigentes con quienes no son como ellos. Y sufren espectacularmente cuando llega la realidad con la rebaja y ven que muchas de sus obras -a pesar de todo su interés- se quedan a mitad de camino.
Por eso me parece que una de las primeras cosas que deberían enseñarnos de niños es a equivocarnos. El error, el fallo, es parte inevitable de la condición humana. Hagamos lo que hagamos habrá siempre un coeficiente de error en nuestras obras. No se puede ser sublime a todas horas. El genio más genial pone un borrón y hasta el buen Homero dormita de vez en cuando.
Así es como, según decía Maxwel Brand, "Todo niño debería crecer con la convicción de que no es una tragedia ni una catástrofe cometer un error". Por eso, en las personas, siempre me ha interesado más el saber cómo se reponen de los fallos que el número de fallos que cometen. Ya que el arte más difícil no es el de no caerse nunca, sino el de saber levantarse y seguir el camino emprendido.
Temo por eso la educación perfeccionista. Los niños educados para arcángeles se pegan luego unos topetazos que les dejan hundidos por largo tiempo. Y un no pequeño porcentaje de amargados de este mundo surge del clan de los educados para la perfección.
Los pedagogos dicen que por eso es preferible permitir a un niño que rompa alguna vez un plato y enseñarle luego a recoger los pedazos, porque "es mejor un plato roto que un niño roto".
Es cierto. No existen hombres que nunca hayan roto un plato. No ha nacido el genio que nunca fracase en algo. Lo que sí existe es gente que sabe sacar fuerzas de sus errores y otra gente que de sus errores sólo saca amargura y pesimismo. Y sería estupendo educar a los jóvenes en la idea de que no hay una vida sin problemas, pero lo que hay en todo hombre es capacidad para superarlos.
No vale realmente la pena llorar por un plato roto. Se compra otro y ya está. Lo grave es cuando por un afán de perfección imposible se rompe un corazón. Porque de esto no hay repuesto en los mercados.
 
José Luis Martín Descalzo, "Aprender a equivocarse