viernes, 3 de septiembre de 2010

La Mora

La Lucerito y La Mora

Seguro que si has tenido un perro desde pequeñito y se quedó contigo, sabes de qué hablo. ¿Cómo un ser tan pequeñito puede ocupar un espacio tan grande en el corazón de un hogar? La Mora podría responderlo porque casi sin sentir, es dueña de nuestro cariño. Después de haber destrozado una parte de mis plantas, de ser juguetona a más no poder, de tener una vocación de roedor, especialmente con una caja que tengo llena de papeles, de entrar con frecuencia con un arete en el ocico (arete de planta), de cada vez menos, pero de orinarse y hacer popó en algunas partes de la casa (hasta eso que es selectiva), de creer que los listones se hicieron para su diversión y justo en este momento de haber tomado por asalto el espacio de mi computadora (tiene una para sobre el tablero mientras intento escribir, pues La Mora, es La Mora en este hogar. Tiene unos ojos como moras, de ahí su nombre. Nos recibe con un júbilo impresionante. Brincando de felicidad y moviendo la cola a una velocidad impresionante. En todo momento es agradecida. Es cariñosa. Es encimosa y alegre. Esta tarde que es "tiempo de calidad conmigo misma", La Mora se hace presente, en silencio, dormida en mi regazo. Por años me resistí a tener un perro. Fué algo así como una lucha encarnizada con la familia. Puse condiciones como lograr que todos tuvieran sus cosas recogidas, que fueran capaces de ayudar a que mis plantas se mantuvieran sanas y vivas. Declaré que aceptaría un snauzer porque me gustan mucho y porque era un hecho que a menos que nos fuera obsequiado, yo no invertiría su costo, por no tener los recursos y porque creo que los animalitos domésticos deben llegar a hogares donde serán como un miembro más de la familia.
Llegó a casa el 4 de julio, mañana cumple dos meses con nosotros y han transcurrido casi sin sentir. Como familia nos ha acercado, nos ha llevado a compartir tiempo y cosas que con el paso del tiempo habíamos ido dejando de lado. A todos nos regala la posibilidad de mínimo una sonrisa.
La Mora tiene personalidad, no se le da lo de la caminada en la calle, sale al pasto y en cuanto llega al pavimento, se echa y no se mueve. La primera vez que salimos, intentamos animarla con un trozo de esos palitos que tienen sabor a pollo y que le fascinan, cuando descubrió que lo usábamos para que lo siguiera y se moviera, se plantó en el suelo y selló (casi literalmente) su ocico... y así estuvo, en dignidad por un buen rato. Se resiste al collar y más a la pechera. Le estamos dando su tiempo para que logre caminar a nuestro lado. Ya ha ido al bosque y dicen papá y los hijos que corrió feliz y libre.
Llegar y encontrarla es muy agradable, jugar con ella, también. Disfruto verla dormida en la panza de David, en el regazo de Lucerito, a un lado de su "pabuelo" (casi nunca la carga). Ceci ha tenido oportunidad de disfrutarla apenas pero cuando viene, también se incorpora a esta dinámica familiar. Gus, creo que le tiene cariño a La Mora por lo que los hermanos le platican y le comparten.
Mora, Mora, bienvenida a tus tres meses de vida y a dos meses en esta tu casa.

¡Qué maravilla la maravilla!