domingo, 8 de abril de 2012

Cultura de donación o la ceguera de unos y otros

Hace unos meses comenzó la búsqueda para lograr que cuatro personas donaran sangre para mi hermana. Ella pasa por un tiempo mucho más complicado que nunca: en las semanas por venir se definirá su futuro como ser con limitación motriz pero de alguna manera independiente o de quedar confinada a su silla de ruedas de aquí en adelante. Ella, como siempre lo he dicho, es valiente, muy valiente, sigue luchando con su sonrisa, con esa mirada que guarda el dolor, la soledad, la tristeza de tantos sueños rotos, de tantos planes truncados. Como siempre, nos muestra buen ánimo, bromea, busca hacer cosas que le mantengan la mente ocupada.
Mi hermana no está grave pero necesita que el proceso que vive, se pueda superar. En este futuro que viene, se avizoran dos cirugías, una para retirar lo que se ha dañado en su cadera y otra para colocar la prótesis que se rompió después de la reposición que hicieron hace algunos meses.
Ha pasado por montones de cosas: la rotura de uno de los tornillos que detenían una prótesis al iliaco; luego una cirugía aparentemente exitosa que primero llevó a una hemorragia, luego a la formación de dos trombos, después a la rotura de una prótesis que fue colocada sin ser la adecuada y ahora la espera,la larga espera del futuro que confiamos se resuelva a favor de ella.
Durante este tiempo, mis amigos, muchos de ellos nos han apoyado con sus palabras de aliento, con sus oraciones, preguntando por la situación de mi hermana, re-enviando nuestras peticiones para conseguir donadores o echando porras. En este proceso he conocido gente anónima que nos han acompañado de manera constante, no se van, no nos dejan, nos dan palabras de aliento, están andando a nuestro lado en el silencio del teclado y de las pantallas de nuestras computadoras pero con la fuerza de sus palabras: @donaenvida, @adas, @ ¡Gracias!
Ha sido muy difícil reunir a los donadores, finalmente, sólo falta uno. Desde la red han surgido voluntarios a quienes les hemos enviado los datos pero luego no hemos sabido nada más. Mis amigos de Dona en Vida y Posible Donador, me han preguntado si he sabido algo y pues no, no he sabido más de los voluntarios. De alguna manera, sabía lo que representaba donar sangre en los bancos del IMSS, ahora tengo la plena certeza de porqué, especialmente esta institución permanece de manera constante en números rojos en cuanto a donación: su trabajo parece más una campaña de NO DONACIÓN... Pareciera que la labor de quienes laboran, particularmente en el Banco de Sangre del Centro de ESPECIALIDADES médicas de Occidente, es que los voluntarios de verdad y los obligados por las circunstancias, mejor no donen...¿Qué es esta situación indignante, tan sin razón de ser?
A continuación anexo el relato que hizo uno de mis hijos, donador voluntario en cada oportunidad que tiene:

Donación de Sangre
Diría que he tenido la oportunidad de donar sangre en cinco ocasiones, pero en realidad he tenido muchas más oportunidades de hacerlo y solo he aprovechado cinco. Aunque es una actividad gratificante, con resultados de valor incalculable, es también un proceso tedioso que a veces involucra perder el tiempo soportando tratos ofensivos. Se entiende lo delicado de la situación, todos queremos recibir sangre segura y eso amerita que los donadores cumplamos con muchos requisitos específicos, podría parecer exagerado pero que tiene su razón de ser. Las condiciones para donar no se discuten, al contrario, aplaudo que en todas las instituciones en que he donado sangre han seguido los lineamientos de seguridad al pie de la letra, pero no es raro que nos traten como si nadie hubiera hecho ni la más mínima recomendación en cuanto a los modos propios de dirigirse al paciente.
Las primeras dos veces doné sangre en campañas de donación de mi universidad, en un ambiente académico en que los alumnos de carreras del área de la salud participaban en el proceso de entrevistas y de recolección y análisis de muestras, bajo una supervisión estricta. Se trató de un excelente esfuerzo por contribuir a mejorar la cultura de donación de sangre tanto en el público general como entre profesionales de la salud en formación. En otras dos ocasiones acudí al medio privado a donar, por tener conocidos internados que requerían sangre, el trato fue excelente. Uno de esos dos hospitales no aceptó mi donación, ¡por que tenían lleno el banco de sangre! En ese lugar, luego de que tomaran una muestra inicial, me llamaron al consultorio médico y me explicaron de forma privada que en ese momento solo necesitaban sangre O- (yo tengo A+) pero que los resultados eran adecuados y que podría donar en otro sitio donde hiciera falta… Que son la inmensa mayoría.
Y por tener familiares internados, he tenido que donar en instituciones públicas, experiencia que amerita describirse con detalle (para que tome usted sus precauciones), con algunos ejemplos de mi última visita: Hay que llegar a las cinco de la mañana, no importa que el personal llegue hasta las siete u ocho, hay que apartar lugar. Debe ir la persona que va a donar porque la ficha no se le puede dar a alguien que aparte el lugar por mí; no importa si soy un profesor de 5° de primaria y ese día aplico examen o si soy controlador de tráfico aéreo y esa mañana coordinaré el aterrizaje de miles de personas, si no estoy ahí desde el principio (aunque pierda 6 horas en fila) no me tomarán en cuenta. Hay que aguantar que la gente me trate como si yo ya supiera los detalles del procedimiento y de manera intencionada no hiciera caso: el guardia de seguridad me dijo a gritos que corrigiera los datos de mi paciente porque ella no estaba internada en el Centro Médico de Occidente en la especialidad de traumatología, sino en “Especialidades”, tomé la pluma que una hora antes me había prestado para escribir, seguía sobre la mesa, y volteó a gritarle al resto de la fila que ya no iba a prestar plumas para las correcciones…
La gente es rechazada de manera pública: una enfermera se pone a recitar las condiciones para donar frente al grupo de 40 personas, entonces alguien levanta la mano y dice “yo terminé mi tratamiento antigripal hace cuatro días, no cinco” y la enfermera le pide que se retire y luego voltea a decirnos a todos que los que se están yendo es porque no leyeron bien los requisitos pegados en la pared de la entrada. La toma de muestras de sangre es hecha con prisa: el químico encargado no usaba guantes y no se lavaba las manos entre un paciente y otro, después de la punción nos presionaba la herida con el algodón sucio que usó para limpiar la piel, daba las instrucciones a media voz y si no obedecías inmediatamente hacía un gesto y decía ahora sí con buen volumen “¿qué no me entendiste?”. En ambas instituciones públicas la entrevista médica, el proceso de sangrado y el de recuperación han sido aceptables, mi impresión es que las personas que dan el peor trato son también las que tienen que trabajar con muchas personas a la vez.
Encuentro cierta incongruencia: no hay suficientes donadores, queda claro, pero si el personal de instituciones públicas no puede lidiar con la “escasa” cantidad de donadores que van, ¿qué pasaría si en verdad fueran todos los que deben ir? Por otro lado ellos no invitan a la donación sino que ponen como condición tener cierto número de paquetes de sangre para darle al paciente el trato que requiere como programar su cirugía o darle el alta. Así que la situación se vuelve tanto peor, no solo tengo que aguantar las imposiciones (cuando la esencia de donar es hacerlo voluntariamente y convertirlo en obligación no opino que invite a mejorar una cultura de donación), también un mal trato.
Concluyendo, ¿qué sería un buen trato? Un ambiente que aproveche el tiempo y que al menos facilite explicaciones y privacidad. Se me ocurren algunos ejemplos:
Realizar un sistema de citas (como en el IFE), en el que lleguen 40 personas a las siete, otras cuarenta a las ocho, otras cuarenta a las nueve… Tal vez los últimos que lleguen del grupo de las nueve sean atendidos hasta las once pero habrán esperado dos horas en lugar de cinco o seis.
Colocar ejemplos ya contestados de los formatos de información del donante y del receptor, con todas las posibles respuestas, tal vez en un anuncio visible a todo el público o en fotocopias pegadas a las tablas de escribir que le dan a cada persona.
La enfermera enlista las condiciones para poder donar y los que no cumplen alguna de ellas pueden quedarse en su lugar mientras el resto pasa a la toma de signos vitales o pueden ir pasando a alguna habitación contigua, lo que sea más cómodo y que permita que otra persona resuelva sus dudas sin evidenciarlos frente al grupo completo, haciendo énfasis en por qué no pueden donar y qué debe pasar para que donen en un futuro (promoviendo la cultura de donación).
Realizar formatos de invitación a donar, para que la persona que no pudo donar se lleve por escrito los requisitos de donación con el propósito de invitar a al menos dos personas que tomen su lugar, y que lleguen bien informados tanto de los requisitos como de los peligros de mentir como donantes.
Tener información disponible en Internet, por parte de la misma institución, para hacer público los detalles específicos que el público deba saber: Aproximadamente cuánta sangre necesita cada paciente según sus condiciones, si se pueden hacer donaciones previas al internamiento, si el banco de sangre aceptará donaciones en días festivos, qué grupos sanguíneos hacen más falta, etcétera.
GCO

Me uno a los pensamientos y reflexionas de mi hijo, le agradezco haber escrito ésto y te pido, amable lector, que si lo lees, lo difundas con el fin de levantar la voz, de impedir que esto siga ocurriendo una y otra vez.


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Ubicación:Altar,Zapopan,México

La tierra triste

Hace algunos meses dejamos atrás la ciudad donde vivimos por poco más de once años. Por razones que no vienen al caso en esta nota dejamos este lugar. Ahí buscamos hacer nuestras vidas ya como amplia reconstituida, logros y fracasos colorean esta estancia.
Ayer regresé por primera vez en todo este tiempo y me encontré con lo que cada día me robaba ánimos y convicciones. Una ciudad con una ubicación extraordinaria, con clima mayormente de fresco a frío, muy cerca de un bosque extraordinario, de pequeños pueblos espléndidos, de haciendas, de conventos; ubicada a no más de una hora de la ciudad capital del país.
Mi primera visión es la entrada por la México-Pachuca, triste llena de negocios de todo tipo, el encarpetado dañado y el polvo, ese polvo que todo lo cubre, lo invade, que eso que parece bruma no sea otra cosa que partículas de polvo.
Me encontré con una ciudad deslucida, tristona, poco acogedora. Sus camellones secos con su pasto moribundo. Las avenidas con poca circulación que permitía ver prados, verjas deslavadas o decoloradas. Una barda por aquí, otra por allá, todo con un alo de desencanto que no hizo más que acentuar mi tristeza por este lugar.
Aquí hay personas honestas y trabajadoras, pocos buenos amigos que son entrañables, aquí quedan el café, los tamales, la barbacoa, lo gualumbos, las chalupas, aquí descansa un sueño roto que llevó a tomar decisiones definitivas sobre el futuro.
Me quedo apesadumbrada, ayer que nos instalamos en el hotel, en un cuarto piso, con dos ventanas, la vista que devolvían, era triste: viejas casas, estacionamientos, espacios quizá abandonados. Mirando del otro lado, era posible ver la montaña forrada de casas, esa vista era mejor al menos, se podían observar las sinuosidades de la naturaleza ocultas por innumerables construcciones más bien pobres.
Por la noche el viento fresco que me llevó a ponerme una chamarra que hace meses no toco. La buena charla con buenos amigos alegró mi estancia. Los recuerdos, las anécdotas, la historia de eventos recientes, nos llevaron a una agradable velada, tiempo rico el transcurrido en ese pedazo de noche fresca.
Al otro día, corriendo de aquí para allá por el poco tiempo del que disponíamos, desayunamos en nuestro puesto de barbacoa habitual, estaba contenta, sin embargo, me encontré que apenas tenía hambre y que no me supo igual que antes, ¿Era tristeza? ¿Era nostalgia? No lo se en realidad.
Salimos alrededor de las dos de la tarde, en el regreso dormité casi todo el tiempo invadida por una tristeza triste que no puedo definir. ¿Será el pasado? ¿Será el futuro?





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