martes, 5 de mayo de 2015

Hay un viejo cuento con cuatro personajes: 
Todos, Alguien, Cualquiera y Nadie.

Ocurre que había que hacer un trabajo importante,
Todos sabía queAlguien lo haría. 
Cualquiera podría haberlo hecho, pero Nadie lo hizo.
Alguien se enojó cuando se enteró,
porque le hubiera correspondido aTodos.
El resultado fue que Todos creía que lo haría Cualquiera,
Nadie se dio cuenta de que Alguien no lo haría.
¿Cómo termina la historia? 
Alguien reprochó a Todos porque en realidad
Nadie hizo lo que hubiera podido hacer Cualquiera
(Autor anónimo)

Esta historia plagada de desencuentros y malos entendidos es algo más que un destrabalenguas, es el símbolo de personas que integran sociedades no debidamente articuladas y con responsabilidades diluidas. Cada uno de esos cuatro personajes llevan en síntesis la imagen de estructuras amuralladas y parceladas en sus compromisos y malamente comunicadas entre sí. Hay un dicho que afirma: muchos responsables, ningún responsable. Es en síntesis la descripción de la responsabilidad diluida porque nadie la asume en sí mismo. Carlos Besanson en el Diario del Viajero n° 411, el 15 de marzo de 1995

Esta es una reflexión acerca de lo que ha venido ocurriendo a mi alrededor, yo no se en qué momento comenzó este cáncer que está corrompiendo la labor de quien hace su trabajo con amor, con profesionalismo. Lo que veo plantea una situación grave y hay que hacer lo que se tenga que hacer. Como todos, muchas vueltas ha dado mi vida, muchas situaciones he debido enfrentar y si algo he aprendido es que es indispensable la sinceridad y la honestidad, mirar de frente, responsabilizarse y asumir las consecuencias.

No es normal lo que nos pasa, alguna vez alguien lo permitió; alguna vez, alguien negoció; alguna vez, alguien “le tapó a otro”; alguna vez, no sólo nuestros jóvenes entendimos mal lo que es la amistad, la lealtad, la confianza, olvidándonos del honor y de la verdad. Alguna vez alguien que debía actuar, no lo hizo. Se que nos enfrentamos a una práctica que ha pasado de generación, en generación… ¿cuántas? No tengo idea. Esa práctica se llama corrupción, se llama mentir, se llama abuso, se llama burlarse de quien hace bien su trabajo, de quien es responsable asumiendo las consecuencias de sus actos.

Como persona y desde la posición en la que me encuentro en este momento, estoy cansada de escuchar “te digo qué pasa, pero no te digo quién me lo dijo porque le prometí no decir”… En los últimos días lo he escuchado varias veces y el problema sigue. Desde mi punto de vista, una posición así nos convierte en parte del problema, que no en la solución… es algo así como “tiro la piedra y escondo la mano”. Lope de Vega escribió “-¿Quién mató al comendador? –Fuenteovejuna, señor”… Y todos son cómplices, todos mienten y creen que todos ganan.


¿Así habrá sido cuando miles y miles de inocentes fueron condenados a morir?, ¿Cuando el vergonzante holocausto acabó con millones de personas? ¿Cuando lo ocurrido en Armenia sigue siendo un trozo de historia “que nunca sucedió”? Por formación he aprendido que el principio del mal menor es fundamental preservarlo más cuando se trata de trabajar en pro del bien común, que como me enseñó mi admirado maestro Galo Bilbao, es indispensable asegurar que el bien sea infinitamente grande y el mal infinitamente pequeño.

Como adultos es nuestra responsabilidad hablar con la verdad, asumir el reto de educar… aunque duela. Es ahí donde está la formación, la posibilidad de vivir en un mundo donde la verdad deje de ser una utopía es posible.