miércoles, 7 de abril de 2010

Viajar con la familia

Excelentes jornadas en la calurosa ciudad de Monterrey. Familia completa compartiendo palabras, paseos, comidas, horas de descanso. Entre el agua (Presa de la Boca) y las montañas espectaculares. La presa, a la distancia, nos ofrece un paisaje espléndido y en la cercanía nos da una rivera triste, lodosa y contaminada. Aún así pudimos caminar a la orilla de la presa, mirar a las aves volar con esa magia que caracterizan sus piruetas, vueltas, ascensos y descensos.


En cambio, las montañas, siempre misteriosas, llenas de contrastes y de sorpresas. Mi paisaje personal, demanda el cobijo de las montañas. Las formaciones geológicas de esta tierra norteña, no dejan de ser sorprendentes por sus entrantes y salientes, sus sinuosidades o sus rectas, por los cambios de vegetación, por sus entrañas (Grutas de García).

Conceptos muy norteamericanos en plazas, tiendas, restaurantes; su máxima expresión, el Paseo Santa Lucía... lanchas públicas que te llevan desde la Macroplaza hasta el Parque Fundidora y viceversa. ¡Hay trajineras pretendiendo ser como las de Xochimilco, sólo que sin canales contaminados, sin mariachis, sin alcohol, sin fritangas! Incluso, ¡alquilas góndolas para hacer recorridos en pareja! (sin mayores comentarios).

En el Parque Fundidora, mientras los hijos paseaban en bicicleta y se mojaban en las fuentes (puestas para que las personas se refresquen), Martín y yo, recorrimos el Museo Fundidora (Horno 3)... Realmente para mí fue sorprendente, definitivamente, cuando íbamos entrando, a pesar de lo agradable del vestíbulo y de la gentileza de quienes atienden al público, francamente marchaba hacia adentro, más que nada por acompañar a mi esposo que ir a ver "un montón de fierros y tornillos".

Una vez más, de manera fortuita, la vida me ha dado una lección, me he encontrado con un lugar espléndido, efectivamente lleno de "fierros y tubos" pero había algo más: amor, pasión en dos vertientes: la pasión por el trabajo digno de cientos y cientos de personas que pasaron por los hornos de fundición de hierro y el amor por construir un museo digno, conteniendo infinidad de detalles que acercan a los visitantes a la experiencia de la hipertextualidad: testimonios, fotografías, documentos, radios, teléfonos "antigüitos", televisores, autos, ropa, equipo, videos, maquetas, entre otras muchas cosas.

Salí de este museo profundamente conmovida y sorprendida, jamás pensé que ver "fierros y tubos", pudiera resultar una experiencia tan humana. En algún momento que salí a uno de los patios, me quedé observando una especie de tornillos enormes y pensé en la manera mecánica como debieron haber sido colocados, imaginaba que era difícil pero no tenía idea de cuánto. Algunos minutos después, me encontré con una maqueta, de la cual, lo primero que dije fue "qué mal hecha está"; sin embargo, al acercarme, descubrí que era una especie de caja que al asomarte, podías ver un video de trabajadores colocando esta especie de tornillos en la estructura del edificio de La Nacional (Av. Juárez en la ciudad de México, frente a Bellas Artes) donde, "los medios mecánicos" eran los mismos hombres. Se ponían al rojo vivo estos remaches (creo que podría ser el nombre correcto) y a con pinzas, en los orificios correspondientes de esta megaestructura, se colocaban y eran fijados a golpe de martillo (vaya lección arquitecta Miranda).

Hay un espectáculo acerca de uno de los hornos de fundición (el horno 3), si bien, aprovecha de manera interesante los recursos tecnológicos la presentación general, el manejo del espacio, quien explica permiten transitar de la parte técnica a la parte sensible (que no sensiblera o cursi).

Pudimos visitar otra sección que definitivamente fue la que más gustó a mi esposo, el museo interactivo... un espacio para personas de todas las edades... experimento tras experimento, la gran mayoría permitiendo visualizar cómo una serie de aspectos vinculados a la producción del hierro impacta en nuestras vidas.

El siguiente giro, fueron las Grutas de García, espectacular su entorno, que no las instalaciones que, en lugar de cuidar de alguna manera más digna el espacio, estaba lleno de ruido con "partículas de música", comida, comida, artesanías, más comida... lamentablemente un espacio contaminado por el montaje aunque entiendo que es la forma que han encontrado para hacer atractivo el lugar, a la mayor cantidad de personas... creo que podría hacerse de otra forma pero bueno, así es como encontraron que podía funcionar. Las grutas mismas, todo un espectáculo aunque la cereza del pastel está en el fondo de esta enorme cavidad: "el árbol de Navidad" ¡lleno de foquitos! de esos contenidos en mangueras que son utilizados para decorar las fachadas en el mes de diciembre... a pesar de todo, hay orgullo por este lugar y, también negocio. No les cuento el descenso... sólo les diré que se me ocurrió secundar a mi familia para hacerlo a pie y pues apenas me voy recuperando de semejante necedad por parte mía.

Pasamos dos tardes simplemente platicando y viendo TV, conversamos mucho y eso nos llenó de amor, de reconocimiento por los unos y los otros. Es así que como familia, para poder estar con Gus que ahora ya no puede venir a casa con frecuencia, comenzaremos a planear el siguiente viaje.

... Me encanta Dios...

P.D. Felicidades Gus por tu 97 en Gine (primer trimestre en hospital como residente)... Bien por la experiencia de haber recibido por primera vez a un bebé y descubrir el milagro de la vida. Éxito en Pediatría creo, que por ahí pudiera andar lo que sigue... el tiempo y tú lo decidirán.

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