"Sólo se hace consciente a quien reflexiona."
Carlos Beorlegui
Carlos Beorlegui
En la vida no basta con tener la fortuna de haber tenido quien te enseñara de manera natural la importancia de contar con una amplia cultura, de tal manera que leer, escribir, pintar, bailar, escuchar, viajar... observar el mundo infantil y juvenil desde diversas perspectivas, te permitiran asimilar y ser sensible a cosas que otros menos afortunados no son capaces de percibir y mucho menos de imaginar.
Después de que probablemente, ya he andado mucho más de la mitad de mi vida, he aprendido que poseer cultura, que poder ver el mundo de diferentes maneras e intepretar la realidad con una mirada que se permite observar más a fondo...son mejor opción que validarse como individuo por lo "mucho que se sabe". He aprendido, que el último recurso como expresión del miedo a fallar, son los aires de superioridad y de arrogancia.
Por muchos años pensé que era suficiciente con saber y con ser culta para "ser mejor que los demás". No se es mejor, puede ayudar, es cierto, pero al final del día la sencillez o humildad (como se le quiera llamar), es la mejor aliada en el diario andar. Con frecuencia recuerdo las palabras escritas por Elena Poniatowska al relatar quién era Mariana Yampolsky:
"Era tan modesta que guardaba silencia ante la ignorancia ajena, su respeto por los demás iba más allá de cualquier limitación y su deseo era que nadie sospechara que sabía más que ellos. Su erudición, sus conocimientos, estaban allí, eran parte de su espíritu y jamás los presumíó, definireron su forma de mirar.
Ese bagaje cultural construyó su criterio y sus fotos son notables porque detrás de ellas hay un mundo..." (Poniatowska, s/c, párrafo 14)
En las últimas dos semanas me he encontrado ante algunas situaciones que no dejan de rondar de manera casi febril en mi cerebro y que me llevan a plantearme infinidad de preguntas, aquí algunas:
- ¿Desde cuándo hay que justificar la calidad y el rigor académico?
- ¿Desde cuándo el esfuerzo sustituyó a la calidad?
- ¿Desde cuándo nuestra burbuja se hizo tan confortable que ni siquiera nos planteamos la posibilidad de mirar distinto y de aprender ante cualquier posibilidad?
- ¿Desde cuándo ser culto(a) puso a alguien por encima de los demás por el simple hecho de haber tenido oportunidades "más afortunadas"?
- ¿Desde cuándo "saber más" otorga el permiso de mirar por encima del hombro y olvidarse de respetar a las personas?
- ¿Desde cuándo nos contamos el cuento de que "todo está bien si yo estoy bien"?
- ¿Desde cuándo "la autoridad" se gana gritando y atropellando abusando de los menos afortunados, amenazando, dejando de mirar alrededor (no importa en qué ámbito)?
- ¿Desde cuándo dejamos de aprender a ver a los otros como personas?
- ¿Desde cuándo muchos de nosotros no somos capaces de mirar en el reflejo de nuestra mirada, la luz o la oscuridad que reinan en nuestra alma?
- ¿Desde cuándo expresarse con sinceridad lleva a que otros ironicen sobre sentimientos y formas de pensar?
- ¿Desde cuándo alguien se contó el cuento de que ser listo(a), es sinónimo de ser inteligente, persona íntegra, respetuosa, comprometida por el simple hecho de ser parte de una historia y no por puro protagonismo?
¡Qué sólos se quedan los que no son capaces de ver más allá del saber y qué lejos se encuentran de la sabiduría, de la experiencia forjada con carácter, de tener una vida privilegiada por el sentir y el pensar! ¡Qué lejos de la sencillez, de la modestia, de la humildad, se quedan aquellos que se atreven a mirar por encima de su hombro sin detenerse ni un momento a pensar en que los dones y los parabienes que se reciben son para compartirlos, para crecer como persona, para aprender de los demás (hasta del que pudieran ver como el más insignificante por sus carencias)! ¡Qué lejos del espejo del alma se quedan los que sólo piensan para sí, incapaces de empatizar, de buscar entender las historias que le rodean e incapaces de reconocer, que para constituirse en una persona en toda la extensión de la palabra, no basta el tener, no basta el saber! ¡Qué lejos se quedan los que creen que la vida está resuelta y entonces para qué mirar más allá de una mirada arrogante y de desprecio para quienes "no están a su altura"! ¡Qué sólos se quedan los que dejan perder su alma sin haberse dado cuenta de que es su esencia, es su espíritu el que habla por ellos! ¡Qué sólos se quedan los desamparados arrogantes, ya sea por ignorancia, ya sea por la presunción de creer que es más que los demás!
¿Enoja la ignorancia? Hoy por hoy, creo que enoja y duele más la arrogancia, pero contra ella, no hay más que andar duros caminos que tarde o temprano habrán de recorrer aquellos que creen que es su carta de presentación... el miedo se disfraza de arrogancia, de altanería, de desamor, de dureza, de insensibilidad, de manipulación, de soledad abandonada por la misma soledad, de inequidad, de incoherencias e incongruencias; se disfraza de la miseria del poder mal entendido.
Sí, estimados lectores y seguidores, mi alma está atormentada por esto y algunas cosas más; sin embargo, en lo profundo del oscuro túnel que estos días recorro, hay una luz, una luz que me permite creer y tener la confianza de que esto pasará y de que quienes sean capaces de transitar de ser listos a inteligentes (incluyéndome yo), algún día, en verdad, estaremos en la senda de aprender a ser mejor personas.
Referencias:
Poniatowska, E. (s/c). La profunda mexicanidad de Mariana Yampolsky. El ángel caído. Recuperado el 21 de febrero de 2010