domingo, 8 de abril de 2012

La tierra triste

Hace algunos meses dejamos atrás la ciudad donde vivimos por poco más de once años. Por razones que no vienen al caso en esta nota dejamos este lugar. Ahí buscamos hacer nuestras vidas ya como amplia reconstituida, logros y fracasos colorean esta estancia.
Ayer regresé por primera vez en todo este tiempo y me encontré con lo que cada día me robaba ánimos y convicciones. Una ciudad con una ubicación extraordinaria, con clima mayormente de fresco a frío, muy cerca de un bosque extraordinario, de pequeños pueblos espléndidos, de haciendas, de conventos; ubicada a no más de una hora de la ciudad capital del país.
Mi primera visión es la entrada por la México-Pachuca, triste llena de negocios de todo tipo, el encarpetado dañado y el polvo, ese polvo que todo lo cubre, lo invade, que eso que parece bruma no sea otra cosa que partículas de polvo.
Me encontré con una ciudad deslucida, tristona, poco acogedora. Sus camellones secos con su pasto moribundo. Las avenidas con poca circulación que permitía ver prados, verjas deslavadas o decoloradas. Una barda por aquí, otra por allá, todo con un alo de desencanto que no hizo más que acentuar mi tristeza por este lugar.
Aquí hay personas honestas y trabajadoras, pocos buenos amigos que son entrañables, aquí quedan el café, los tamales, la barbacoa, lo gualumbos, las chalupas, aquí descansa un sueño roto que llevó a tomar decisiones definitivas sobre el futuro.
Me quedo apesadumbrada, ayer que nos instalamos en el hotel, en un cuarto piso, con dos ventanas, la vista que devolvían, era triste: viejas casas, estacionamientos, espacios quizá abandonados. Mirando del otro lado, era posible ver la montaña forrada de casas, esa vista era mejor al menos, se podían observar las sinuosidades de la naturaleza ocultas por innumerables construcciones más bien pobres.
Por la noche el viento fresco que me llevó a ponerme una chamarra que hace meses no toco. La buena charla con buenos amigos alegró mi estancia. Los recuerdos, las anécdotas, la historia de eventos recientes, nos llevaron a una agradable velada, tiempo rico el transcurrido en ese pedazo de noche fresca.
Al otro día, corriendo de aquí para allá por el poco tiempo del que disponíamos, desayunamos en nuestro puesto de barbacoa habitual, estaba contenta, sin embargo, me encontré que apenas tenía hambre y que no me supo igual que antes, ¿Era tristeza? ¿Era nostalgia? No lo se en realidad.
Salimos alrededor de las dos de la tarde, en el regreso dormité casi todo el tiempo invadida por una tristeza triste que no puedo definir. ¿Será el pasado? ¿Será el futuro?





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