sábado, 31 de octubre de 2009

Morirse en la raya

Para La Catrina más bella y el joven más noble.

Muchas cosas suceden a nuestro alrededor, muchas nos alegran la vida y otras, quizá nos enojan o no entristecen. Unas nos hacen sonreír, reír a carcajadas o llorar. Estas son semanas de sentimientos encontrados. Pero ahora, dando el tiempo y el espacio a la reflexión, cada cosa va ocupando el lugar que le corresponde, sea positiva o negativa.

Acaba de ser la Fiesta de Humanidades. ¡Quince años de camino! Tantos como la vida de un adolescente. Tan pocos, como que no puedo creer que hayan transcurrido quince años de la Primera Fiesta de Humanidades en Campus Guadalajara y nueve en Campus Hidalgo. Recuerdo que la última fiesta que organicé, en algún momento me senté en una banqueta y observé las dimensiones que había adquirido esta celebración a la vida. De pronto me dije "Y, ¿en qué momento creció esto tanto? Me maravillé y me aterré.

Corriendo la Fiesta de Humanidades en Campus Hidalgo, poco a poco fue creciendo y un buen día, una de esas noches de apertura de ésta, más que preguntarme, me maravillé. Ese día, curiosamente, el último año que la organicé, me maravillé de la magia que puede hacer picar papel en equipo y darle un significado, para muchos yo estaba loca, cómo podía trabajar tanto y para nada, pero la disposición espontánea de muchas personas ayudando a picar papel por el gusto de hacerlo, cada año era la chispa que comenzaba a iluminar de color la Fiesta de Humanidades. Participaban alumnas, alumnos (los menos), profesores, mamás, amigos... todos con sus manos maravillosas y con su corazón, dibujaban filigranas de papel con sus tijeras.

Desde semanas antes, olía a fiesta, se palpaba a fiesta, se iba expandiendo poco a poco el ambiente de la fiesta hasta que el cempuaxóchitl llenaba con su aroma casi todos los rincones por donde pasaba. El rosa o el morado, iluminaban la mirada. ¿Cansancio? ¡Mucho! pero con tanto gusto. Aprendí en estos años, a disfrutar del proceso y si bien, de repente surgía alguna contrariedad, siempre, sabía que con toda la gente involucrada, saldríamos siempre adelante.

Cada año, para unos es un reto, es un gozo enorme poder rendir homenaje a nuestras tradiciones y costumbres; para otros, simplemente es trabajo, para otros, es una locura. En fin, cada quien tiene sus razone o sinrazones para continuar en la fiesta.

Yo participó "de lejos" y a ratos me duele el corazón, me duele mucho de no poder estar de lleno en Vida, Muerte y Tradición. Hago sombreros y participó en la elaboración de La Catrina. Me mantengo al margen y mi voz no es tomada en cuenta, eso duele, pero al mismo tiempo, con la mirada puesta en el tiempo, pienso, con mi razón que es bueno que más personas la hagan andar. Este año piqué algo de papel para mi hijo o para enseñar a algunos alumnos y el toque ahí sigue. De mis manos, ¡gracias Dios! sigue saliendo filigrana. Es un placer sentir el frente del papel de china que es ligeramente brillante y por detrás opaco. Siguen siendo un placer ver los montones de flor anaranjada mientras la venden y mientras se distribuye.

¿Qué me ha movido? Un profundo amor a mi historia, un profundo amor a nuestras tradiciones, un profundo amor a mi país, este país tan grande y tan pequeño, tan alegre y tan triste, tan sincero y tan hipócrita, tan fuerte y tan débil. Me ha movido la posibilidad de compartir, antes desde el protagonismo, ahora, sólo desde la convicción, como escribió mi abuelito (entrada aparte al abuelito):

"Lo que se ama y se admira debe conocerse, así sea la mujer que nos cautive o la obra de arte que nos suspende, porque admiración y amor deben nutrirse no sólo por el impacto fugaz de la primera impresión, sino de la apreciación tranquila y duradera, del juicio consciente de los valores de lo que amamos y admiramos." (Ballesteros, 1972, p. 6)

Creo que me ha movido ese amor transmitido por mi abuelo a través de sus miradas amorosas, de su sonrisa triste, sus ojos como buscando lo perdido; de mi abuelo recibo este amor por la historia, las tradiciones, las costumbres, de él recibo todo eso que no se toca porque no es material, sino mucho, totalmente abstracto e intangible de lo que me ha ayudado a ser quien soy.

Pero vuelvo al título de esta entrada, estimados lectores, seguidores ¡gracias! ya son 14, extraviado que se encuentra con este Blog (gracias a todos); ¡morirse en la raya! es no flaquear ante nada, es saber que lo que se empieza, se termina. Es entender que el protagonismo pasa a segundo término cuando "hay que morirse en la raya."

El jueves, muchos trabajaron hasta el agotamiento, seguro que alguno enfermó, y en verdad aprecio el esfuerzo para que nuestra Catrina quedara excelente...pero ayer ¡me dejaron sola! Las señoras de la limpieza, David, Lucerito (como buenos hijos de profes-Tec, pagaron el pato), Alicia, MariCri, Mauricio, Zyanya... "se murieron en la raya conmigo". Entender que "las cosas no terminan hasta que se terminan" ayudaría a cerrar ciclos completos, a hacerse cargo de lo que a cada uno le corresponde.

Muchas personas "se mueren" en la raya y no se cuestionan si hay que hacerlo a pesar del cansancio o todo lo que implique terminar una tarea. Morirse en la raya es hacer lo que tengas que hacer, el tiempo que tengas que hacerlo por lograr un buen fin. Es decir... no cualquiera se muere en la raya, es una opción personal. Todos somos prescindibles... pero los que se mueren en la raya son necesarios pues nos ayudan a recuperar la fe en las personas, la paz y el contento en el corazón aunque los pies, los brazos, las manos nos duelas... el corazón no.

P.D. Me sigue encantando Dios...
Fuente: Ballesteros, S., José Ramón (1972). Origen y evolución del charro mexicano. Biblioteca mexicana. Bibliografía de Manuel Porrúa. México: Manuel Porrua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aprendiendo de comunicación... si te detienes en este espacio, será excelente saberlo. Si haces comentarios, también será muy bueno.